DJ Andrés Campo

Rizomas #3: Entrevista al DJ Andrés Campo, desatando el poder del Beat

Esto no para, ya no hay quien lo pare. Vuelve Rizomas y esta vez lo hace de la mano de Andrés Campo (Huesca, 1985), uno de los DJ´s españoles con mayor proyección del momento, a la altura de sus más grandes embajadores; presente y futuro de la música de baile en España, Europa y el resto del planeta.

RIZOMAS es un proyecto de Pedro José Mariblanca Corrales, historiador, filósofo, periodista y unas cuantas cosas más… Con un claro guiño a la filosofía de Gilles Deleuze y Félix Guattari, en la que la heterogeneidad, la diferencia, las multiplicidades, el encuentro, la ruptura y las líneas de fuga son las principales armas para escapar del mundo que vivimos y construir posibles en él, éste ha sido concebido para conversar y aprender con las personalidades más importantes de la cultura, el saber, la ciencia y la técnica.

El dj español Andrés Campo.
Andrés Campo.

Con una profunda trayectoria, este carismático artista, hecho a sí mismo, se ha erigido por derecho propio como uno de los pesos pesados de la música electrónica, trascendiéndola y llevándola a lugares hasta hace muy poco inimaginables.

Hablamos con él sobre sus inicios, su evolución, su imparable ascensión y la situación actual del mundo de mundos que representa. Con ustedes, Andrés Campo.

¿Qué es para ti la música electrónica?

Fuera tópicos, por el estilo de vida que tengo, es mi pasión, siempre lo ha sido, aunque suene muy pedante. También es mi trabajo e incluso mi forma de vida porque, al final, todo en ella gira en torno a la música electrónica que ahora mismo es mi leitmotiv, en tanto en cuanto todos los retos y todas las cosas que despiertan mi curiosidad en la actualidad parten de ésta.

¿Por qué y para qué empiezas a pinchar?

Empiezo por inquietud. Porque la primera vez que escuché electrónica en la radio, siendo un crío, me llamó mucho la atención. Yo era muy joven, me gustaba mucho el estilo y escapaba a todo lo que escuchaba en aquel momento. Los sonidos me volvían loco y me gustaron mucho.

Fue una especie de “¡¿pero esto qué coño es?!”. Con respecto al para qué, al principio lo hice por hobby. No esperaba vivir de esto ni de coña. Empecé a pinchar como el que empieza a hacer mountain bike o motociclismo, por poner un ejemplo.

A diferencia de otros, tampoco tenía una familia que me influenciara en ello. Luego descubrí que era una manera de evadirme. De hecho, recuerdo estar en casa malo, con fiebre, y me grababa cintas de vídeo pinchando durante cuatro o cinco horas.

Es que llegaba a casa, cogía los cascos, me ponía a pinchar y se me pasaban las horas volando. Era mi mayor
entretenimiento.

El dj español Andrés Campo pinchando en el Monegros Desert Festival.
Andrés Campo.

¿Cómo te introduces en la escena?

Pues lo tuve fácil. Porque en Huesca, donde me crie, cuando yo empecé, no estaba de moda ser DJ. Entonces, era bastante sencillo entrar en ella. Había mucha oferta y mucha demanda, pero no había DJs.

Ahora hay miles porque la tecnología ha ayudado a que cualquiera pueda acceder a este mundo y aprender cómo funciona rápidamente, pero en mi época, si querías introducirte en el oficio, tenías que comprarte los platos y los vinilos, no había otra y, claro, el filtro era mucho mayor, pues te tenías que gastar el dinero, no había música pirata y debías aprender a base de práctica.

Por ende, la barrera para poder llegar a poner música era mucho más duraque en la actualidad, en la que pinchar y hacerte con una colección de música, con todos los medios que hay, es mucho más sencillo y económico.

En aquella época, Huesca estaba muy influida por Florida135 y el Monegros –que estaban al lado– y tenía una gran cultura musical. Había muchos bares y muy pocos disc-jockeys, y no se tiraba tanto de cabezas de cartel como en la actualidad, en la que los clubs y los festivales sólo buscan gente que venda tickets, algo que por aquel entonces no era necesario porque los garitos y las fiestas se llenaban.

Por eso, insisto, fue relativamente fácil encontrar mi oportunidad, todo lo contrario a lo que ocurre ahora, que hay muchos DJs y muy pocas plazas donde pinchar. Además, llevaba mucho tiempo practicando en casa, se me daba muy bien y no tenía miedo.

Mi primer club fue el Lapsus. Bueno, realmente, empecé a pinchar en un garito que era de pachanga, pero que tenía dos platos Technics y una mesa de mezclas Ecler, porque conocía a la dueña, que era amiga de mis padres, y le pedí que me dejara poner música en él.

Yo iba antes de que abriese y, mientras ella limpiaba, ponía discos ahí, para nadie. Luego, cuando tenía dieciséis años, se abrió un nuevo local en la ciudad, el Lapsus, donde comencé a poner música gracias a que una persona de la radio me recomendó a Javi, la persona que lo dirigía y que andaba buscando disc-jockeys.

Me probaron, les gusté, tenían su colección de discos, yo tenía la mía, solíamos comprar la música a medias y así empezó todo, con esa edad, pues entonces no había tantas restricciones como ahora, y menos en Huesca.

Al principio no venía nadie, pero después el club empezó a coger mucha fama, lo petamos y a partir de ahí empecé a moverme por más sitios.

Por aquella época, hubo un momento en el que si en Huesca había seis garitos, yo pinchaba en cinco, de jueves a domingo: el jueves pinchaba en uno, el viernes en otro, el sábado pinchaba en Lapsus y, cuando acababa a las cinco de la mañana, me iba a otro y pinchaba hasta las tantas.

En Huesca, sí, sí que venía gente de Barcelona, gente que iba Florida y a Coliseum y que luego acababa allí.

El dj español Andrés Campo pinchando en el Monegros Desert Festival.
Andrés Campo.

Desde que empezaste en Huesca hasta la actualidad, en la que te sientas a comer en la mesa de los mejores, ¿cómo ha sido el viaje? Porque has pasado por gran parte de las etapas de la escena electrónica, te lo has currado y ahora mismo estás donde estás por derecho propio.

A ver, soy un chico de pueblo, lo cual es una ventaja. Lo que he conseguido no ha venido de la noche a la mañana, es decir, no he sido alguien a quien el éxito le ha llegado de forma fulgurante, lo mío ha sido muy escalonado.

He ido pasito a pasito, con esfuerzo y trabajo, y aquí estamos, con más de veinte años de carrera a las espaldas, un claro ejemplo de que el que la sigue la consigue, y que todo llega, que la paciencia y el trabajo dan sus frutos.

Es que llevo pinchando desde los catorce años, y el éxito no me llegó con veintiuno, sino que ha ido viniendo paulatinamente, poco a poco.

Porque picando, picando y picando, al final, puedes llegar hasta donde quieras.

¿Qué significa Coliseum para ti? Porque ahora estás donde estás, pero también te has movido en unos géneros que no han tenido nunca el reconocimiento del que gozan el techno y el house.

Para mí, Coliseum ha sido mi servicio militar como disc-jockey. Estaba en una discoteca que tenía escaparate y repercusión nacional, donde compartí cabina con grandes artistas –Nano, Pastis & Buenri, Marta, la lista es muy larga– a los que les tengo mucho respeto, aprendí muchísimo, porque manejaba un Ferrari –metafóricamente hablando, porque pinchaba para tres mil personas–, y tuve el placer, la suerte y el orgullo de trabajar junto a dos grandes DJs, como son Frank, Ricardo y Javi Aznar.

Todo ello de la mano de una gran familia, como es la familia Coliseum, con Luis, José y Pedro, que en paz descanse, que me educaron muy bien en los valores de lo que es la escena, ya más allá de lo que es pinchar en sí, es decir, la importancia de cuidar a los artistas, tu gente, tu equipo, cómo funcionan la sala, los camareros, el office, la taquilla, el booker, todo, como hace ahora mismo la gente de el row. Y claro, todo eso, que lo he mamado
desde muy crío, es un verdadero privilegio, porque caí en un núcleo familiar que me ha enseñado cómo se genera la fiesta desde el principio, lo cual me ha servido muy mucho.

Y el salto de esa escena y de ese mundo a éste, en el que te hallas actualmente, que se supone que es más vanguardista, ¿cómo se da? ¿Cómo das el siguiente salto en tu carrera?

Lo he dado porque lo tenía que dar. Es decir, no lo he buscado, me ha llegado. Hay veces que me he sentido como cuando Paco Martínez Soria iba con las gallinas a la ciudad, es decir, como un chico de pueblo que, de repente, monta en un jet privado y pregunta por todo.

Y sigo sintiéndome así. Es un mundo muy vanguardista y, evidentemente, un business, sí, pero, al final, todo es lo mismo. Sigo haciendo lo que hacía antes, con mucha más repercusión, con mucha más responsabilidad, con mucho
más potencial, pero, ya te digo, es lo mismo.

Ha sido, como te decía, muy progresivo. Un día vas a Francia, y piensas: “buah, he estado en Francia”. Otro día vas a Italia, a un pueblo normal y corriente, eh.

Un día te llaman de un festival, otro día de otro. Hasta que te das cuenta de que, coño, acabo de llegar de pinchar en Australia, estoy pinchando en Ibiza… No he sido muy consciente de ello, la verdad. Pero hace años me regalaron el típico mapamundi en el que rascas los sitios en los que has estado y, cuando me he dado cuenta, he visto que apenas me quedan países por rascar. Literalmente, he dado la vuelta al mundo.

Son cosas que igual no lo piensas, pero después te das cuenta de la que has liado.

El dj español Andrés Campo pinchando.
Andrés Campo.

¿Cómo es tu día a día? Porque, no solo pinchas, también produces.

Hay gente que se piensa que la del DJ es la vida del rockstar. Porque nos ven una hora y media en la cabina y se cree que ya está. Pero antes de esa hora y media hay mucho trabajo detrás.

Entre semana, lo que hago es gimnasio y estudio, luego también tengo mis cosas, como todo el mundo: tengo mi pareja, mi familia, mis deudas, mis movidas, mis amigos, vamos, lo que tiene todo el mundo.

Habitualmente, voy al gimnasio, hago mi rutina normal y luego me pongo con el estudio. Luego, también hay días que se los dedico a la facturación, porque soy fatal para los números, junto a la gente de mi gestoría, a la que mando un saludo, que me educa mucho en todo esto. Y cuando trabajo con otros artistas, lo más difícil, al final es juntar agendas, buscar huecos y demás.

Nada del otro mundo. De hecho, he aprendido a decir que no, porque no me da la vida. En mi cabeza hay mil proyectos, pero he aprendido a sintetizar, saber filtrar y ser sensato, porque hay cosas que puedo y me gustaría hacer, pero si no me van a aportar nada y me van a quitar mucho tiempo, lo siento, ciao.

Me gustaría hacer una marca de camisetas y llevo con eso un montón de tiempo, pero tengo que encontrar el
momento para hacerlo bien, porque las cosas hay que hacerlas bien.

Para más inri, no me gusta mucho delegar, lo cual es una putada, porque también tengo que aprender a hacerlo y a confiar en mi equipo, dejando el camino hecho para que otros tiren porque, de lo contrario, es imposible. Por eso tengo una agencia que me gestiona los viajes, tengo una asistenta, tengo a Víctor, mi manager… Si no, ya te
digo, sería imposible.

Actualmente hay muchos disc-jockeys, pero no tantos DJs que sepan leer cómo funciona una sala. Todo el mundo quiere pinchar, pero no todo el mundo es DJ. Tú, que sabes de lo que te hablo, ¿qué piensas al respecto?

Sí, entiendo. Yo, siempre que me preguntan, digo que soy DJ porque me considero más disc-jockey que productor. Vale que hago música, pero me metí en este mundo por pinchar.

Luego he producido por inquietudes y porque me gustaba. Estando en Florida135, he puesto muchos temas de muchos artistas que me flipan, pero después, cuando los hemos bookeado y han venido a pinchar, me he dado cuenta de que no han mamado la pista, que, más que DJs, son productores y, claro, manejan muy mal el
público, no levantan la cabeza, no miran la pista… No es lo mismo entrar en la escena como disc-jockey que hacerlo como productor.

Un ejemplo: ¿eres jugador de fútbol? “Sí, porque he jugado al FIFA”. Tú no has estado en un estadio, no te han gritado cincuenta mil personas, no has tirado un penalti decisivo en el minuto 95, no has sentido esa presión…. Pues en la cabina pasa un poco lo mismo. Hay gente que produce y que se ha hecho famosa por lo que hace, pero no sabe manejarse en una sala. Y no es lo mismo hacer puertas que saber montarlas.

Tú, que te mueves en tantos estilos, ¿cómo haces para estar en plena forma con cada uno de ellos? Porque pinchas techno, house, tech-house, hardhouse, etc.

A mí me gusta la música sin etiquetas y he probado de todo, también porque me ha tocado. He hecho muchos warm ups en Florida y tengo música tanto para abrir la sala como para cerrarla. Es decir, te puedo hacer un huevo frito como te puedo hacer una paella, una ensalada, lo que sea. Y creo que ahí está la esencia del buen disc-jockey, en tener recursos. ¿Qué pasa? Si voy a un sitio a pinchar y pienso hacer una paella, pero al público no le gusta el arroz, pues puedo sacar mi abanico de recursos y tocar lo que haga falta.

Tu recorrido en la escena ya es largo, y has vivido gran parte de su devenir en España. ¿Cómo la ves actualmente?

Estoy viendo cómo se está viciando, lo estamos viendo todos, cómo ha pasado de ser algo puro, sin aditivos, sin conservantes ni colorantes, a convertirse en comida rápida. Siempre he dicho que no es lo mismo ser y estar que parecer. Me da mucha rabia porque hay mucha gente con mucho talento que no accede a ella porque no tiene atractivo para las redes sociales, y gente que tiene mucha mano con ellas y que, a pesar de no tener talento, triunfa.

Hace diez años, si un chaval me preguntase qué es lo más importante para crecer, le hubiera dicho que tener buena música, un estilo personal y hacer que la gente se mueva. A día de hoy, tristemente, tendría que decirle que se haga buenas fotos, que se haga una imagen y que lo pete en las redes porque, así, le van a llegar las oportunidades. Quizás luego, a largo recorrido, no funciona, pero, tristemente, así está la cosa.

Ahora, mucha gente dice “me encanta este DJ”. Pero, ¿lo has escuchado? “No, pero he visto cuatro vídeos de quince segundos, me flipa y quiero estar ahí”. El problema de eso es que cuando lo has visto dos veces, ciao, ya no me interesa, que pase el siguiente, porque es algo efímero, que actualmente se valora mucho más.

Pero bueno, son ciclos, y ahora estamos en una fase poseída por las redes, los números y el hype, que vende mucho más que el talento. ¿Que tienes hype y talento? Enhorabuena, te queda un largo recorrido.

¿Hacia dónde crees que va ahora mismo?

Si sigue en esta dinámica, a peor. Espero que la cosa cambie porque, ya te digo, es cíclico. No es algo aislado, como se puede comprobar, por ejemplo, con el cine, en el que ahora venden más las películas que tienen cuatro actores o actrices que lo petan, independientemente de que éstas sean un truño, mientras que hay películas muy buenas, con gente muy buena, que no tienen tanto éxito… Pero bueno, espero y confío en que la gente empiece a valorar verdaderamente qué es bueno y qué una mierda.
¡Espero! Y tengo fe en que así ocurra, que la gente valore el esfuerzo, el trabajo y el talento.

¿Qué queda de ese Andrés que empezó?

Todo.

¿Qué le queda Andrés por hacer?

Soy de los que opinan que lo mejor está por llegar. Si me hubieras preguntado hace cinco años que dónde estaría hoy, ni de coña te hubiese respondido que aquí, donde estoy ahora mismo. A mí, la experiencia me ha demostrado que es imposible ver el futuro, por lo que seguiré disfrutando del camino, pues no sé dónde voy a parar.

Sé de dónde vengo, pero no sé adónde voy a llegar. Por eso son tan importantes las raíces. Vengo de un pueblo como el de Huesca, vengo de Coliseum y no se me caen los anillos.

¿He sido bakala? Sí. ¿He sido makinero? Sí. ¿He comido mucha mierda? Sí, y con orgullo. Es más, cuando voy a un bolo y no hay mucha gente, lo aprecio sobremanera, porque me lo tomo como una cura de humildad, pues vengo de donde vengo, estoy donde estoy, y sólo puedo dar gracias.

¿Qué se viene con Andrés Campo?

Hay muchas cosas, la verdad. He hecho un remix a la Mala Rodríguez, le he hecho otro a Vitalic y hay muchos proyectos en mente, destacando entre ellos los de celebrar una fiesta con mi propio concepto, para mostrar todo mi background musical y poder llevar el sonido con el que empecé en este mundillo allá donde sea posible. Creo que las sesiones que he realizado como Kuki están teniendo una aceptación que no esperaba, empezamos con Alma Bakala en Coliseum hace unos años, una fecha anual en la que hago un repaso a mis inicios como Dj en la época de Coliseum, todas las fiestas han sido salvajes y me veo con la misión de llevar ese legado a la escena actual; hacer más all night longs porque me encanta estar pinchando toda la noche y mostrar detenidamente qué hago y más historias, como la del diseño o la fotografía, que me encanta y me encantaría dedicarle más tiempo.

Espero que me dé tiempo a hacer todo lo que elucubra mi cabeza, pero bueno, ya se verá. El plan es seguir como hasta ahora, continuar cumpliendo retos, hacer buena música… Tampoco pido más, porque si aspiras a cosas que luego no consigues, te frustras. Está bien ponerse retos, pero no te flipes, y piensa a corto plazo.

Mi sueño a largo plazo es la paz en el mundo y la cura contra el puto cáncer, pero... tengo que ser objetivo.

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