La sexóloga Laura Cámara

Rizomas #6: Entrevista con la sexóloga Laura Cámara

Avanzar, avanzar, avanzar. Ese es lema de nuestro proyecto. Y así seguimos con él, avanzando, hacia delante, esta vez adentrándonos, junto a la enfermera Laura Cámara, en un mundo de mundos en el que, tristemente, hay mucho por hacer.

RIZOMAS es un proyecto de Pedro José Mariblanca Corrales, historiador, filósofo, periodista y unas cuantas cosas más… Con un claro guiño a la filosofía de Gilles Deleuze y Felix Guattari –en la que la heterogeneidad, la diferencia, las multiplicidades, el encuentro, la ruptura y las líneas de fuga son las principales armas para escapar del mundo que vivimos y construir posibles en él–, éste ha sido concebido para conversar y aprender con las personalidades más importantes de la cultura, el saber, la ciencia y la técnica.

Fotografía de Laura Cámara
Laura Cámara.

Especialista en ginecología y obstetricia, sexóloga y experta en salud sexual, educadora y divulgadora, nuestra invitada juega un papel fundamental en el mundo actual. Con ustedes, Laura Cámara.

Fotografía de Laura Cámara
Laura Cámara.

¿Cómo, por qué y para qué te especializas en ginecología, obstetricia, salud y educación sexual?

Bueno, yo estudié enfermería y, desde el primer momento, uno de los temas que más me gustaban e interesaban era el de la salud de la mujer.

Por ello, cuando me especialicé, lo hice en la enfermería dedicada a las mujeres, la obstetricia y la ginecología, la enfermería de las matronas, como todo el mundo conoce esta especialidad, que, lejos de lo que se suele creer, va más allá del embarazo, el parto y todo lo relacionado con ellos, porque las matronas somos también especialistas en el cuidado ginecológico de las mujeres.

En 2005, de repente, se creó un máster de sexualidad, casi de casualidad, porque, fíjate, en aquella época apenas existía formación al respecto. Si hoy día es tabú, piensa cómo sería hace veinte años. Fue bastante raro, la verdad, pero me pareció interesante y me apunté.

Y me cambió la vida, porque me dio una perspectiva de género y sobre el feminismo que hoy en día está ampliamente normalizada, pero que cuando yo llegué al máster era una verdadera revolución, pues si en aquella época las preocupaciones y las reivindicaciones feministas apenas tenían cabida en los debates sociales, imagínate lo poco que se hablaba de sexualidad y, especialmente, de la sexualidad de la mujer.

Así, tras un buen tiempo en la profesión, tanto la experiencia como mi formación me han llevado a combinar ambas ramas de la enfermería: por un lado, la salud de la mujer, sobre todo la paciente ginecológica, que es la que, por mi especialidad, más veo, y, por el otro, la sexualidad femenina y la sexualidad de las mujeres en general.

¿Por qué es tan importante profundizar en el conocimiento sobre ellas?

Es cierto que actualmente hay mucha más información, lo cual no quiere decir que toda ella sea buena. Porque, sin una perspectiva correcta, hablar de sexualidad puede hacer que se perpetúen mitos y tabúes negativos, y si hacemos una divulgación que no se toma en serio todo lo relacionado con ella, no vamos a ningún lado.

Por eso, aunque hay más información, tenemos que ser conscientes de que no nos explican nada nunca sobre sexualidad.

Pasamos toda la infancia sin que nadie nos cuente nada, experimentamos en la adolescencia ese despertar sexual que todo el mundo afronta como buenamente puede y llegamos a la vida adulta, en la que procedemos a través del ensayo-error, viendo qué va pasando.

Si tienes un poco de suerte, las cosas te van relativamente bien, pero si te encuentras con dificultades, no sabes dónde ir o a quién recurrir.

Por eso es muy importante ver que la sexualidad es un elemento fundamental en la vida de las personas, ni mejor ni peor que otras cuestiones, como pueden ser la salud del sueño, el ejercicio físico o la salud mental. Porque la sexualidad y la salud sexual forman parte de nosotros e invisibilizarlas es absurdo.

Portada del libro "Desearte" de Laura Cámara.
Portada del libro "Desearte" de Laura Cámara.

Con respecto a la ginecología, ¿cuáles son las razones del gran desconocimiento que existe aún en torno a la misma?

Debido a las desigualdades de género en el ámbito de la investigación, la salud de la mujer sigue estando en inferioridad de condiciones. Y es que, como es una cosa de mujeres, a menudo se le da mucha menos importancia de la que tiene, lo cual se traduce en menos investigación, una investigación sin perspectiva de género y unos problemas sobre los que apenas se habla.

Luego, muchas veces también, está la mala formación de los propios profesionales, porque si atiendes un problema de salud entendiendo éste como algo aislado de la persona y de sus condiciones socioculturales dejas mucho que desear, máxime teniendo en cuenta que la salud ginecológica es una parte muy íntima de las personas, y que no es lo mismo ir al otorrino que ir al ginecólogo.

Y no olvidemos la violencia obstétrica y ginecológica, que son un temazo, más la obstétrica que la ginecológica, de la que se habla menos, pero que existe.

Por ello, tenemos que ser conscientes de que, a veces, se atiende mal, con muy mal gusto y muy malas formas a las mujeres que cuidan de su salud ginecológica. Y luchar y trabajar para que no siga ocurriendo.

¿Qué tabúes quedan por romper al respecto? ¿Cómo hacer para que éstos se rompan, que hablemos de ella sin miedo alguno y que la información fluya como lo hace en otros ámbitos?

Hay dos pilares fundamentales. El primero es que las pacientes se atrevan a preguntar,hablar y consultar sobre sus problemas, algo sobre lo que queda aún mucho por hacer, debido a la falta de educación sobre estas cuestiones.

Y el segundo, que los profesionales sanitarios facilitemos este espacio, pues si no nos mostramos accesibles,si no abrimos la puerta para que las mujeres nos pregunten, no vamos a ningún sitio.

¿Se hace todo lo que se puede desde las instituciones públicas? ¿Crees que la Administración brinda a las mujeres todo el apoyo y toda la información que necesitan en las diferentes etapas de su vida con respecto a tan importante período
vital?

Con respecto a la sexualidad, todavía nos queda muchísimo por hacer. Ten en cuenta que la sexualidad ha sido, y sigue siéndolo aún, invisible para el sistema sanitario. Hay muy pocos espacios públicos (en hospitales, centros médicos y consultas) dedicados a la sexualidad de las mujeres, porque es un tema sobre el que no se habla, algo que viene de esa herencia que considera que la sexualidad no es autónoma ni algo importante para las mujeres.

Yo, por suerte, he podido ver cómo se ha creado una consulta de salud sexual en el sistema sanitario en el que trabajo, pero es algo puntual. Por eso, como te digo, está todo por hacer, porque tiene que haber muchos más espacios para atender todas las necesidades de la gente en lo que a la salud sexual respecta, y eso es algo en lo que la

Administración pública tiene mucho, muchísimo, trabajo por delante, como ocurre con otros ámbitos, como los de la fisioterapia y la psicología, por poner un ejemplo.

Portada del libro "Sexopausia" de Laura Cámara.

¿A qué crees que se debe que el tacto y la empatía brillen por su ausencia tan habitualmente en el ámbito de la ginecología, la obstetricia y la salud sexual?

No te sabría decir exactamente el por qué. La consulta ginecológica es un momento muy vulnerable en las mujeres y creo que, muchas veces, el trato en ellas es una cuestión de tacto, de conciencia y de empatía con las pacientes.

Y, ojo, que no digo que sea una cuestión de hombres, eh. Hace veinte-treinta años la mayoría de los ginecólogos eran hombres, sí, pero de un tiempo a esta parte se está dando un relevo generacional, cada vez hay más mujeres ginecólogas y, sin embargo, la falta de, como suelo decir, buen gusto para tratar a la gente sigue siendo un problema a resolver muy importante.

Ya te digo, es un momento muy vulnerable, hay patologías que son difíciles de atender (porque no hay mucha investigación y no podemos dar soluciones a todo el mundo) y por eso no sé exactamente cuál es el motivo, pero creo a todas las mujeres que se sienten maltratadas en la consulta ginecológica, porque es una realidad y tenemos que cambiarla.

¿Por qué es importante que haya más mujeres ginecólogas?

Yo creo que la perspectiva de género es imprescindible y algo en lo que tenemos trabajar todos, hombres y mujeres. Hay que seguir trabajando la empatía, el cuidado del trato en la consulta y la mejora de la asistencia. Y éstas son cuestiones en las que el papel de las mujeres es fundamental, cuestiones en las que mis compañeras ginecólogas están haciéndolo más que bien, aunque, como te digo, hay que seguir trabajando.

Y ahora vamos con la salud y la educación sexual. ¿Hemos avanzado como sociedad en relación con ellas? ¿Qué ocurre, que estamos más informados que nunca, pero andamos tan perdidos como siempre?

La información no tiene por qué educar. Estamos en un momento en el que existe mucha información, en todas partes, una información súper accesible, a golpe de click, sí, pero eso no hace que ésta se transforme en unas actitudes o unas aptitudes que puedas aplicar a tu vida sexual.

El acceso a la información no es equiparable a tener una buena educación sexual. Es decir, no es lo mismo tener información que hacer educación.

¿Por qué es importante recibir educación sexual desde la infancia (tanto en la escuela como en el núcleo familiar)?

Porque, cuando accedemos a ella, no sólo recibimos información, pues nos prepara, nos enseña una serie de pautas y aptitudes frente a la sexualidad.

Y eso es lo que nos va a permitir desarrollarnos como personas sexuales a lo largo de nuestra vida sin que se produzcan muchos de los malestares que se producen en la sexualidad, teniendo en cuenta, igualmente, que la sexualidad es diversa, y que debe ser consentida y deseada.

Que exista una serie de conceptos como los que están inundando actualmente las redes sociales no quiere decir que la sociedad los haya integrado, y si, además, éstos son sólo información, la gente no tiene por qué hacerlo. Esa integración es algo que hay que trabajar a lo largo de la infancia y de las primeras etapas de la vida para que luego tú, como persona sexual que eres, puedas desarrollar esa faceta durante tu vida adulta.

¿Crees que las familias están preparadas para educar sobre sexo a sus hijos e hijas?

No, por supuesto que no. Nuestra generación tiene muchas carencias, y si a nosotros no nos han enseñado nada, ¿qué podemos enseñar?

Fíjate en qué situación nos hallamos actualmente que creo que, ahora mismo, estando como estamos, con que hagas una labor de preguntarte cosas junto a tus hijos e hijas ya estás haciendo algo muy grande, porque estás abriendo la puerta a la duda y estás reconociendo que no tienes todas las respuestas, y que a ti nadie te enseñó nada, pero estás buscando ayuda (sitios, libros, profesionales, etc), y estás trabajando por resolver tus dudas.

Y es que, muchas veces, el simple hecho de que abramos en casa la posibilidad de hablar sobre sexualidad, ser tolerables con la diversidad, entender que hay que buscar información y darle importancia a este tema ya significa estar dando un paso agigantado.

No hay que exigir a las familias que sean sexólogas, no pasa nada por no serlo, pero sí ser conscientes de que todas hacen educación sexual, todas. Lo que pasa es que, a veces, esa educación sexual se traduce en no hablar, no preguntar, no tratar algún tema o mandar mensajes, por ejemplo, de diversofobia u homofobia que parten de actitudes de la familia. Y si no somos conscientes de que, aunque no queramos, estamos dando esa educación, mal plan.

Tenemos que ver si damos importancia o no a estas cuestiones en casa, si facilitamos que nuestros hijos y nuestras hijas puedan preguntar, pedir ayuda o compartir sus dudas, lo cual es ya, como decía, un paso muy importante.

Y las instituciones públicas y privadas, ¿están preparadas?

Aquí el problema es aún mayor. Las instituciones tampoco están preparadas, porque están compuestas por personas que, como te comentaba antes, tienen carencias. Y lo que es peor, la educación sexual se está politizando muchísimo, lo cual me da mucha rabia, porque hay profesionales especializados en ella, profesionales a los que se puede recurrir y que te pueden dar una opinión profesional, una opinión que, obviamente, no tiene que ser política.

La política no debería opinar sobre educación sexual porque cuando un grupo político habla de educación sexual está introduciendo en el debate cuestiones culturales, morales e incluso religiosas que nada tienen que ver con ella…

Por eso, actualmente, a los profesionales de la educación sexual y de la sexualidad les está costando muchísimo desarrollar la educación sexual en los centros educativos. Porque ésta está muy politizada y se ven muy cuestionados y presionados sobre lo que dicen o lo que hacen, aun siendo profesionales.

Hay que dejarlos en paz, pero es un tema complicado, y todo depende de cada institución y de cada centro, y, sobre todo, de su voluntad, determinante en la calidad de la educación sexual, que variará en función del lugar al que cada familia lleve a sus hijos, porque no hay ninguna ley que obligue a dar ciertos contenidos, lo cual es una pena.

¿Qué quedar por hacer al respecto? ¿Qué harías tú?

Todos somos responsables y tenemos que responsabilizarnos de la educación sexual, también las familias. La educación sexual, como otros aspectos de la educación en general, no se puede quedar únicamente en manos de la Escuela. Hay que estar pendientes de este tema en casa y tenemos que ser capaces de hablar de ello.

Porque la educación sexual no empieza en un determinado momento de la vida de nuestros hijos y nuestras hijas, sino que se hace y se plantea desde el principio, y es en los primeros años de vida en los que vamos a forjar la confianza en torno a la sexualidad.

Mucha gente, evidentemente equivocada, cree que en la etapa infantil y en el colegio no se puede hablar de sexualidad porque ¿cómo vamos a hablar de sexo en el cole?

A ver, el componente erótico de la sexualidad es un componente adulto, y a los peques no les vamos a hablar de sexo con el prisma de las personas adultas, pero sí hay que hablar con ellos de cuestiones como la diversidad, el respeto al cuerpo, el consentimiento, etc., valores y aptitudes que se han de aprender en la infancia y que luego se podrán adaptar y traspasar a lo que es la vida sexual.

Si no enseñamos este tipo de cosas, creemos que la educación sexual es, de repente,con catorce años, aprender a poner preservativos, y actuamos como venimos haciendo mayoritariamente, estamos muy equivocados. Porque lo que hay que aprender es todo aquello que tiene que ver con el deseo, el consentimiento, el valor de un sexo seguro, la negociación de un preservativo, etc. ¿Qué nos creemos, que los niños no saben cómo se pone un preservativo? Claro que lo saben. Es absurdo pensar que no.

Y las familias tienen que ser conscientes de que, aquí, en España, donde estamos, hayque inclinar la balanza porque, de lo contrario, la educación sexual va a continuar estando ausente. Y no es muy difícil, sólo tienes que poner un poco el telediario con tus hijos e hijas, poner ideas sobre la mesa, preguntarles qué piensan e intentar debatir sobre lo que está pasando, mostrar tus apreciaciones, charlar sobre sus experiencias y las tuyas propias… Además, el contexto te lo está poniendo a huevo.

¿Qué piensas sobre el creciente acceso a la pornografía a través de las nuevas tecnologías?

Mi opinión sobre esta cuestión puede resultar controvertida y te cuento por qué. Efectivamente, la pornografía no hace más que representar la forma en la que está basada actualmente la sexualidad, puesto que es coitocentrista, heteronormativa, violenta, etc. Pero también es verdad que la pornografía es cine de entretenimiento adulto que no tiene la misión de educar, o sea, no está hecha para eso, porque no debería educar ni a jóvenes ni a nadie, y, precisamente por eso, no estamos poniendo el foco donde debemos.

El porno está hecho para la fantasía, para el deseo y para generar excitación. Y no es algo nuevo, porque lleva entre nosotros mucho tiempo, seguramente desde los inicios del propio cine. Otra cosa es que hay un sexo muy cercano a este tipo de contenido, y esto hace que la gente que no ha recibido ningún tipo de educación sexual, que no es sólo la gente joven (porque ahora parece que las únicas personas que ven porno son los jóvenes), se haga una idea sobre el sexo que no tiene nada que ver con lo que es realmente.

La industria del porno es súper potente y genera mucho dinero, por lo que no parece razonable pensar que va a desaparecer, porque no va a pasar. En ese sentido, volvemos a lo mismo, lo que hay que hacer es educar a la gente y, en especial, a las nuevas generaciones porque, tarde o temprano, van a llegar a la pornografía; y fomentar su capacidad crítica, para que cuando llegue el consumo del porno, que va a llegar, sea capaz de verlo con una mirada crítica. Está bien limitar el acceso a edades muy tempranas, pero luego, ¿qué? ¿Hasta qué edad no se puede ver? La censura no es la solución, porque todas las cosas malas que están ocurriendo ahora mismo no son culpa del porno, que es sólo la punta del iceberg, y hay mucha tela que cortar. La crítica al contenido de la pornografía está clarísima, por supuesto.

Es heterocéntrico, violento y cosifica a las mujeres, sí, eso está claro. Pero, cuidado, que no se nos olvide que lo que hace el porno es acercar y llevar al extremo un tipo de sexualidad que ya es la normativa en nuestra sociedad, porque nuestras abuelas han tenido un sexo misógino, heterocéntrico, coitocentrista y violento, y no veían porno, eh, y ahí es donde hay que pararse a pensar. Se están democratizando fantasías, contextos y maneras de relacionarse que no benefician nada a las mujeres. Y eso es algo que la pornografía está poniendo al alcance de todo el mundo.

Ése es el problema, y pensar que, para afrontarlo, lo que podemos hacer es censurar o evitar el consumo, me parece una postura poco realista, porque es imposible.

La censura, insisto, no es una solución que a corto-medio plazo nos vaya a aportar nada. Lo que hay que hacer es educar a la población, plantearle si le gusta lo que ve, explicarle qué influencia va a tener, cómo son las relaciones humanas en realidad, cómo perjudica a una parte muy importante de la población.

O le das a la gente herramientas para que piense sobre todo esto o no conseguirás nada. Como dice María Rodríguez, una sexóloga muy top en cuestiones de pornografía, la censura hay que ponerla en las cabezas y no en las pantallas, porque lo importante es desarrollar una capacidad crítica.

¿Y qué piensas sobre el aumento de las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) entre los jóvenes? ¿En qué estamos fallando?

Pues creo que esto se debe a que hemos dejado de hacer lo que se hizo en la década de los 90 y los primeros años del siglo XXI, cuando se desarrollaron grandes campañas de concienciación sobre el sida, que estaban en todas partes (en la televisión, en los colegios, en los institutos, etc) e hicieron mucho hincapié en el uso del preservativo debido al miedo que había por aquel entonces al VIH, que se consideraba una pandemia.

Actualmente, que hemos avanzado mucho al respecto, que existen diferentes medicamentos para controlar esta infección, que la gente que lo tiene puede llevar una vida relativamente normal y que, por ende, se le ha perdido mucho el miedo a las ITS, se ha dejado de hacer hincapié en ellas, y el tema se nos está yendo de las manos, porque el repunte de ITS es brutalísimo, generalmente por el no uso del preservativo.

Muchas enfermedades de transmisión sexual se pueden tratar, y se tratan con antibióticos. Para ello es importante la detección precoz y, una vez detectadas, tratarlas cuanto antes.

¿Qué pasa? Que hay usuarios y usuarias de servicios médicos de infección de transmisión sexual que se tratan varias veces al año por clamidia, gonorrea, sífilis, etc como si nada. Y el sida, que era lo que nos daba miedo en el pasado, ha dejado de hacerlo, porque ya no es una enfermedad que nos mate, en nuestro medio, eh. Se ha perdido al miedo a las ITS y hay que volver a decirle a la población que éstas no son enfermedades que se traten y ya está, y mostrarle que puede haber consecuencias a largo plazo, consecuencias para nuestra salud.

Por ende, hay que retomar el discurso de que esto no es una tontería. Porque hemos estado unos años en los que hemos dejado de hacer hincapié en este tema. Y, de nuevo, volvemos a la cuestión estrella en esta conversación: educación, educación, educación.

Más allá de las batallas políticas, hay que cuidar el sistema sanitario, a todos los niveles, pero también hay que hacer hincapié en la educación, a todos los niveles también.

Porque, aquí, entiéndeme, nadie quiere usar el preservativo, pero esto es algo que tenemos que hacer todo el mundo, heterosexuales, homosexuales, la gente que hace chemsex, que es un temazo sobre el que apenas se está haciendo nada… Cómo quedamos, cómo nos encontramos, qué hacemos, qué no hacemos… Ahí es donde hay que trabajar, y eso es educación.

Volvemos a ti, en este caso a tus libros. Háblanos de Desearte. ¿Por qué y para qué lo escribiste?

Nunca pensé en escribir un libro y cuando me propusieron hacerlo, creí que no lo haría, porque no era algo que tuviera entre mis propósitos. De hecho, me costó muchísimo aceptarlo y ponerme con ello. Además, el síndrome de la impostora me dio fuerte, porque pensaba que no tenía nada que pudiera interesarle a nadie.

Sin embargo, cuando me lo planteé en serio, me puse manos a la obra y lo hice trabajando sobre el deseo, pues creía que era uno de los temas que más interés podía despertar, porque es uno de los temas más consultados en sexología, un tema que genera mucho malestar en las mujeres y una cuestión sobre la que mucha gente me preguntaba, pero esperando una respuesta rápida, como si fuera algo sobre lo que se puede hablar cinco minutos y ala, ya está.

Y como el deseo no es algo sobre lo que se puede hablar de forma banal, rápida y pasando por encima, me decidí a escribir sobre él para explicar, bajo mi punto de vista, todo lo que envuelve al deseo sexual femenino, desde el respeto, desde el buen trato y con el objetivo de entenderlo y no generar más malestar.

Fue un trabajo enorme, pero estoy muy contenta con él y creo que ha ayudado mucho a muchas personas y que a la gente le ha gustado muchísimo, porque ya va por la sexta edición. De ahí mi alegría y mi felicidad con él, porque fue un reto duro y especial, pero salió adelante y los resultados han sido más que buenos.

Y ahora Sexopausia, que también es fundamental. ¿Cómo surge la idea de hacerlo? ¿Qué se puede encontrar en él? ¿Qué respuesta está teniendo?

Pues mira, escribí Sexopausia porque veía que la menopausia iba a empezar a salir del armario, como yo digo, y que se iba a hablar de ella cada vez más. Era inevitable que las mujeres, al llegar a esta etapa vital, pidieran una revolución al respecto, es decir, que no quisieran vivirla igual que sus madres y sus abuelas, y que pensaran que había algo más que no les estaban contando, algo que había que atender.

Yo sabía que la menopausia en general iba a pegar fuerte, como ha ocurrido con la salud menstrual, porque, evidentemente, no podemos seguir como antes.

Además, el número de mujeres menopáusicas que preguntan por sus problemas sexuales no ha dejado de crecer. Y estamos hablando de mujeres jóvenes, porque esa idea que teníamos antes de que las mujeres menopáusicas eran mujeres súper mayores ha cambiado sobremanera actualmente, ya que las mujeres con cincuenta años son mujeres con toda la vida por delante, mujeres a las que nadie les ha dado ningún tipo de educación sexual, pero que quieren informarse sobre ello.

Son una generación súper chula y con la que mola mucho hablar porque les estás descubriendo cosas sobre las que no saben nada pero de las que quieren saber.

La menopausia es una etapa que me gusta mucho, que me encanta tratar en el tú a tú y que me duele que se banalice. A veces, cuando hablamos de sexualidad en la edad menopáusica, parece que vamos a hablar solamente del uso de lubricantes y no es así, porque las mujeres no son tontas, y esa cuestión ya se les ha ocurrido, a todas, porque todas se han preocupado de la lubricación.

Y hablar de sexo en la menopausia va mucho más allá de eso, pues hay muchos aspectos que se vertebran ahí, y eso no se puede banalizar.

Así surgió Sexopausia. Porque me pareció muy buena idea hablar específicamente a estas mujeres desde una perspectiva de género, bien tratante, comprensiva y reflexiva, y de una forma que involucrara e interpelara a todo el mundo.

La vida va pasando, vamos cumpliendo años, el sexo va a cambiar, pensar que no va a hacerlo es absurdo (porque el sexo no es igual a los diecisiete que a los veinticinco, los cincuenta o los setenta), y si queremos entender que la vida sexual es larga y que podemos tener placer durante todo el tiempo que ésta dure, tenemos que incorporar también la idea de que ésta va a ir cambiando y que, una de dos, o te adaptas al cambio o se te acaba el chollo del placer.

Eso es lo que cuenta Sexopausia, qué cambios van a ocurrir durante esta etapa, qué dificultades conllevan esos cambios y qué podemos hacer frente a ello. Y aunque su acogida no es la misma que la de Desearte, la respuesta que está teniendo también es muy buena.

¿Qué papel juega el feminismo en todo esto? ¿Por qué es necesario?

Vuelvo al inicio de nuestra conversación, a mi formación en sexualidad, que fue un máster de tres años, una formación estupenda en la que el primer curso estuvo prácticamente enfocado a la perspectiva de género y el feminismo.

La vida no se puede entender sin el feminismo, y la sexualidad tampoco. Y para hablar de sexualidad y sexología no hay otra perspectiva que no sea la feminista.

Porque debemos entender y comprender que nos relacionamos y nos comportamos en base a las diferencias socioculturales que nos han marcado y que lo que se espera de nosotras en el sexo, como mujeres, es diferente a lo que se espera de los hombres. Hay todo un constructo social y cultural que no se puede desmontar sin el feminismo, cuya perspectiva es básica.

¿Cómo nace Ginesex? ¿Qué ofrece y por qué?

Ginesex nace en la era de los blogs, que ahora no se llevan tanto. Por aquel entonces, el blog era un espacio importante en el que escribía y reflexionaba sobre diferentes, la plataforma en la que se unían mi especialidad como enfermera ginecológica y la sexología. Y de esa unión surgió su nombre, que salió de una conversación con diferentes amistades y así se quedó.

Para mí, Ginesex es mi casa, en la que ofrezco información y atención sobre salud ginecológica y sexual, como indica su nombre. Tenemos servicio de psicología y sexología con perspectiva feminista, atendemos problemas con perspectivas de género, terapias de pareja, patología vulvar, dudas sobre ITS, psicoterapia relacional, vaginismo, etc. Todo online, pues no tenemos ningún sitio físico.

¿Colaboráis con la sanidad pública u os movéis más en el ámbito privado?

Ginesex es independiente. Es una página web desde la que ofrecemos, muy discretamente, nuestros servicios. En ella colaboran otras profesionales y amigas que dan una buena atención a las pacientes, pero ahora mismo no tenemos nada que ver con la sanidad pública, aunque yo sea matrona en la sanidad pública.

¿Cuáles son los talleres más solicitados de Ginesex?

A mí me gusta renovar, ofrecer durante un tiempo ciertos talleres y cambiar de vez en cuando. Hemos tenido talleres de educación sexual en familia, talleres sobre placer femenino, ahora mismo estamos preparando un taller sobre el dolor en las relaciones sociales (porque es un tema muy recurrente sobre el que me preguntan muchísimo) y también sobre menopausia y sexualidad (extendiendo así los planteamientos de Sexopausia) y más cosas que todavía no puedo decir, pero con muchas ganas también de hacer cosas presenciales, porque me apetece que conectemos más allá de lo virtual y los actos presenciales son fundamentales.

¿Cómo funciona?

Ahora mismo, en cuestiones de divulgación, charlas y conferencias, la gente me contacta directamente a través de las redes, porque no es algo que ofrezcamos desde Ginesex, y vemos cómo podemos hacer porque, a pesar de que me gustaría hacer más cosas de las que hago, no podemos estar en todas partes, no tenemos la capacidad, ni la agenda.

Por eso no suelo trabajar con escuelas, centros educativos, etc., porque es un desgaste muy grande, así que total admiración por quienes lo hacen (que lo hacen mejor que yo), pues, además, es una tarea bien complicada, máxime teniendo en cuenta que, como dice una de mis mejores amigas sexólogas, Isabel Duque, la Psico Woman, la visión que suele tener la gente de lo que hay hacer en los centros educativos es muy diferente a la que tenemos los profesionales.

¿Cómo crees que será el futuro a corto-medio-largo plazo con respecto a todas las cuestiones que estáis trabajando tanto tú como Ginesex?

Todo el movimiento social del feminismo que reivindica la salud de las mujeres desde otro punto de vista está haciendo que cambie también la perspectiva de la salud en general.

Es decir, cuando la gente demanda un tipo de atención y que tiene una serie de necesidades para determinados problemas a las que la sanidad pública no les das solución, ves que eso va calando en la sociedad. Así, ese movimiento se tiene que traducir en una mayor y mejor atención a las mujeres, tanto en el ámbito público como en el privado. Y el feminismo será el motor que lo haga, el que levante la voz, el que reivindique una buena atención, una mejor investigación, etc.

¿Qué se viene? ¿Algún libro, colaboración o proyecto en ciernes?

Ahora mismo estoy inmersa en un proyecto que me hace mucha ilusión, el Máster de sexualidad y salud sexual de la mujer para enfermería y matronas de la Academia CTO, que se dedica a la formación de alto rendimiento en diferentes especialidades y me ha dado la oportunidad de crear y dirigir dicho máster, con el que, obviamente, estoy muy contenta y que pretendo que se repita.

Por otro lado, sigo haciendo divulgación en redes porque me gusta mucho y algunas veces tengo la suerte de colaborar con grandes marcas a las que les gusta lo que hago y que me permiten ampliar la proyección de mi mensaje. Y también, como te decía antes, estoy trabajando en hacer cosas presenciales y más cursos, con lo que me siento muy cómoda.

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